Opinión - Columnistas
Señor Empresario Por: José Caicedo Solano

Leo y veo en un documental, en donde se afirma que la mejor
arma que puede tener una persona, es su inteligencia.
Sigue diciendo, que
la ciencia, en todos los campos, incluyendo la militar, no persiguen obtener la mejor arma para el
ataque o la defensa, sino a lo mejor de la inteligencia que es la que guía en mejor escala la toma
de decisiones. Acordémonos de los grandes científicos, incluyendo a Albert Einstein, que eran
“apreciados” (necesarios para la causa), por el régimen nazi. Termina analizando que aquel que
necesita de un arma para hacer cumplir las órdenes, no es más que un cobarde. Sobra decir que la
fuerza pública necesita de elementos bélicos, sin lo cual no sería la razón de sus funciones, que es
la utilización de ese mecanismo, como último recurso.
Sabemos también que
existe mucha inteligencia en Colombia, pero no la suficiente ética para aplicar esos dones en pro de
la humanidad. Casos como los narcotraficantes, que se ganarían el premio mundial a la invención del
camuflaje de la droga. Igualmente, la del ministro, presidente, y otros tantos “altos funcionarios”,
que miran la dirigencia con su gran inteligencia de sacar su partida personal, y las IPS con cartera
morosa, porque no hay un ente inteligente que sea capaz de hacer cumplir el pago de las
obligaciones, con dinero recaudado de las empresas y sus
trabajadores.
Señor empresario, tener la gran calidad de ser un magno
ejecutivo, llenándose los bolsillos a través de trampas, sobornos, obras inconclusas, tumbando al
cliente, no debe definirse como el “súper”, sino como el cobarde que, valiéndose del poder, no tiene
la valentía de hacer las cosas y ganar dinero éticamente. La habilidad en el negocio, es saber
satisfacer las necesidades del cliente, no robarle el dinero y cumplirle con poco o nada de lo que
el necesitaba.
En una empresa, un alto ejecutivo me pregunta si estaba
satisfecho con lo que he hecho en mi vida. Les respondí, con toda tranquilidad espiritual, que no.
No estoy satisfecho, porque todavía queda por hacer algo muy importante, en mi familia, en mi
empresa, en mi ciudad, en mi nación. Pero si le aclaré que estoy muy agradecido con Dios, con las
instituciones que me dieron estudio, con las empresas que me forjaron en la práctica, con la familia
que me brindó lo el apoyo en momentos de crisis o de soluciones de alto nivel, con los amigos que
dieron el aporte oportuno en una decisión de alta responsabilidad.
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