Opinión - Columnistas
Señor empresario Por: José Caicedo Solano

Parece percibirse en nuestro querido país, Colombia, que,
en estos días, existe un borborigmo, en donde se disparan malos sonidos, malestar de procesos,
producto de una “comida” ingerida en mal estado o con un deficiente estómago que no tiene los
elementos necesarios para procesar bien la digestión.
La parte de
rentabilidad bruta de las empresas, otrora, en casi un treinta por ciento, se ha venido abajo, sobre
todo en la industria de producción y trasformación. Eso indica que la aceleración de la
economía o riqueza de la masa social de los seres humanos de la nación, crece a pasos cortos,
menguada con los altos impuestos directos e indirectos que impone el estado (estómago), sin otra
razón que son para las finanzas en sí mismas del aparato burocrático, no dejando
capacidad de consumo adicional, que refuerce la dinámica de ventas, como es el caso de altas
retenciones en la fuente, y como lo quiere falsamente imponer este gobierno con el método simple,
que es pagar más de lo tradicionalmente tasado y por adelantado.
Por otro
lado, el estado (estómago), parece débil, porque su bancada no lo apoya en porcentaje de mayoría,
los partidos sin cuota burocrática, también lo dejan remando con un solo canalete y los sindicatos,
las mal llamadas minorías étnicas (indígenas), piden más de lo que razonablemente puede medirse como
justo. Entonces, ese borborigmo, tiene paralizada a media nación, con la celebración muy seguramente
de los “politiqueros de izquierda”, que ven en el caos, como su recipiente, de aguas turbias, con
promesas de volverlas cristalinas.
Da la impresión de encontrarse, en este
país democrático, un libertinaje, en donde la fuerza del poder, llámese con armas o sin ellas, no
tienen la capacidad para resolver, seguramente por mucha tolerancia o por incapacidad de los
funcionarios, que viene a ser lo mismo. Un progreso democrático, no funciona con un “miedo del
estado”. Los derechos, no son volver arenilla lo majestuoso de lindos rascacielos que dan calor a la
alegría de vivir.
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