Opinión - Columnistas
Crisis Post Pandemia y Democracia según Francisco Por: Reynaldo Jaimes

Dentro de los conceptos visionarios del Papa Francisco,
respecto de la crisis mundial “post pandemia” expresados el pasado año ante el cuerpo diplomático
acreditado en la Santa Sede, el Sumo Pontífice, destaca, entre otros aspectos, la importancia de la
Democracia y su defensa en el mundo.
Señaló El Santo Padre: “La
crisis política se caracteriza por el crecimiento de las contraposiciones políticas y la dificultad,
por no decir la incapacidad, de encontrar soluciones comunes y compartidas, a los problemas que
aquejan a nuestro planeta, por lo cual, en medio de esta crisis, el reto político principal del
momento histórico, es el de mantener vivas las realidades democráticas.
El desarrollo de una conciencia democrática exige la superación de los
personalismos y la prevalencia del estado de derecho y, me refiero a la situación de Myanmar,
(antigua Birmania) donde se ha producido un golpe de estado militar, pues, el camino hacia la
democracia emprendido en los últimos años se vio, bruscamente, interrumpido por el golpe que provocó
el encarcelamiento de varios dirigentes políticos.
Al vivir
fuera de los márgenes de la economía informal, los explotados, ni siquiera tienen acceso a los
amortiguadores sociales como el seguro de desempleo y la asistencia sanitaria y empujados por la
desesperación, muchos, han buscado otras formas de ingresos, exponiéndose a la explotación del
trabajo ilegal y forzado, la prostitución y diversas actividades delictivas, incluida la trata de
personas y es necesario asegurar para todos, la estabilidad económica y evitar la lacra de la
explotación.
Los delitos cibernéticos, aumentados durante los períodos
de confinamiento, decretados para contener el virus por haber pasado más tiempo en casa,
dieron lugar a períodos más largos de alienación frente a las computadoras y otros medios de
comunicación, con graves consecuencias para los más vulnerables, especialmente, los pobres y
desempleados que son presa fácil, de este delito, en sus aspectos más deshumanizantes como el
fraude, la trata de personas, la explotación de la prostitución, incluidas la de menores y la
pornografía infantil.
La pandemia ha afectado los derechos de los
migrantes por el cierre de fronteras que, junto con la crisis económica, ha acentuado diversas
emergencias humanitarias, tanto en las zonas de conflicto como en las regiones afectadas por el
cambio climático y la sequía, y en los campos para refugiados y migrantes, que en 2.020 registró un
aumento por ese cierre y los llevó a acudir a itinerarios cada vez más peligrosos.
El flujo masivo migratorio, incrementó el número de las expulsiones
ilegales, a menudo, llevadas a cabo para impedirles el asilo, violando el principio de no expulsión,
y muchos interceptados y repatriados en campos de acogida y de detención, sufren torturas y
violaciones de los derechos humanos, cuando no encuentran la muerte atravesando mares y otras
fronteras naturales.
Frente a este drama, los corredores humanitarios
implementados en el curso de los últimos años contribuyen, ciertamente, a afrontar algunas de las
problemáticas mencionadas, salvando numerosas vidas, pero, la magnitud de la crisis hace necesario,
cada vez más urgente, erradicar las causas que obligan a emigrar, lo cual exige un esfuerzo común
para apoyar a los países de primera acogida que se hacen cargo de salvar vidas
humanas.
Las sanciones por la crisis económica, impuestas por algunos
países, han agravado las crisis humanitaria que en su mayor parte, terminan por repercutir,
principalmente, en los sectores más débiles de la población, más que en los responsables
políticos, por lo que, aún comprendiendo la lógica de las sanciones, la Santa Sede, no ve su
eficacia y espera su relajación para favorecer el flujo de ayudas humanitarias, sobre todo, de
medicamentos e instrumentos sanitarios, sumamente necesarios en este tiempo de pandemia.”
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